No todos son diseñadores...

No todos son diseñadores…

Al momento de pedir opiniones sobre tu producto visual a tus compañeros de trabajo o de presentar las propuestas ante un cliente, debes tener en cuenta que… no todos son diseñadores.

Resulta desesperante tener a alguien (sin experiencia visual) que le cuente a un diseñador como deberían ser las cosas. Las decisiones en el diseño gráfico no se pueden sustentar en gustos, sin embargo, nuestro trabajo se mueve en el terreno pantanoso de los gustos personales, y se generan expresiones tal como “es bonito”, “no me gusta”, “siento que algo no me gusta”, “pues está bonito, si”.

Un buen diseñador gráfico debe responder de su trabajo contestando algunas preguntas como:

  • ¿Cómo refuerza el diseño al mensaje deseado?
  • ¿Logra una acción?
  • ¿Llama la atención?
  • ¿No se mal interpreta?

No nos basta con diseñar “bonito”, somos comunicadores y debemos saber comunicar y persuadir a la audiencia. Como parte de todo el proceso, el diseñador debe reunirse con su equipo de trabajo para discutir y analizar los cuatro pilares fundamentales que le permitirán alcanzar el objetivo principal:

  • Producto o servicio a diseñar: conocer y entender el producto con el que se va a trabajar.
  • El cliente: analizar, conocer y entender el mercado al que va dirigido el producto o servicio.
  • Los medios: definir qué canales de comunicación se emplearán.
  • Competencia: Se debe conocer y tener en cuenta los productos o servicios similares que existen en el mercado, para crear un diseño innovador y superior, para que le permita al producto posicionarse y mantenerse entre las primeras opciones del mercado.

Debemos ser conscientes que la comunicación constituye una variable de marketing que debe ser tratada dentro del diseño gráfico y muy importante no debe ser olvidada. La estrategia de comunicación nos ayudará a generar los objetivos tácticos necesarios para crear diseños que pasen de lo “bonito” a “es totalmente funcional”, “llama mucho la atención”, “me hizo voltear rápido a verlo”, “la información es clara y fácil de entender”, “tiene toda la esencia de la marca”.

Los objetivos tácticos pueden dividirse en:

  • Cognitivos, que buscan llamar la atención, informar y recordar;
  • Afectivos, que persiguen aumentar el interés y mejorar actitudes, y comportamientos orientados a persuadir al consumidor sobre las cualidades de una marca y reducir disonancias y producir fidelidad.

La cuestión cambia cuando el cliente es quien realiza este tipo de comentarios, aquí es donde no basta ser bueno en la parte del diseño, sino también en el aspecto conversacional, saber escuchar el cliente, un “no me gusta” no siempre implica un rechazo total al trabajo pero debemos aprender a buscar el verdadero motivo del por qué “no le gusta” o “no se le hace bonito”.

El cliente a veces juzga demasiado rápido, es normal y nos indica que es momento de detenerse un poco y hacer preguntas que puedan darnos más pistas: ¿Qué es lo que no te gustó?, ¿Qué opinas de los colores?, ¿El tipo de letra no es la apropiada?, ¿Algún elemento de la composición no es de su agrado? De esta forma el cliente puede llegar a la conclusión sobre qué es lo que le molesta o no le termina de convencer.

Una vez entendiendo al cliente se pueden ofrecer cambios para mejorar las propuestas, si es el caso, también podemos hablar con ellos y decirles el por qué las propuestas entregadas son adecuadas y efectivas, llegar a un acuerdo y si es necesario generar una segunda reunión para ofrecerle alternativas adicionales.

El diseño es un reto diario y es lo primero que tiene de bueno. Debemos aprender a escuchar y comunicar tanto a clientes como a compañeros de trabajo.

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